Una de las tantas mañanas que se encontraron con un revuelo en la escuela, uno de los chicos miró a su maestra y le preguntó con preocupación: "¿O sea que hoy no vamos a comer, señorita? Porque justo mi mamá no tenía plata para cocinar".
A los docentes se les hizo un nudo en la garganta y se las rebuscaron como pudieron para resolver la situación: lo mismo que vienen haciendo durante los ocho robos que sufrieron desde el año pasado en la escuela N° 139 de la localidad de San José de Flores, ubicada a cuatro kilómetros de Acheral, departamento de Monteros.
"La escuela es pequeña, con 26 alumnos, desde jardín de infantes hasta sexto grado", explica su directora y docente, Silvina Ardiles. Entre todos, maestros y estudiantes, surgió una idea para visibilizar el problema. El día que participaron del desfile por el 20 de junio, en la ciudad de Monteros, los chicos caminaron detrás de una bandera argentina que llevaba escrito con letras grandes "no nos roben más".
Fue prácticamente una súplica, aunque con poco éxito. Ese mismo día, volvieron a entrar ladrones y se llevaron la bomba de la escuela. "Empezaremos la semana sin agua", lamenta Ardiles.
La docente recuerda que el año pasado sufrieron cinco robos y en lo que va de 2019, tres: ocho en total. "Siempre nos roban lo más importante, que es la bomba de agua y la mercadería del comedor", dice. "Y eso que hay veces que nos llevamos la mercadería para evitar que la roben -aclara-, pero nos llegaron a sacar hasta el picadillo del pastel de papas del otro día".
Ya no saben qué hacer. Ardiles describe a la escuela "como una cárcel por la cantidad de rejas que tiene". Y cuenta que, como ya no pueden entrar por las puertas o ventanas, los delincuentes lo hacen por los techos. "Levantan las chapas y traspasan el cielorraso. El daño que nos hacen es infinito", vuelve a lamentar.
Lo que más les preocupa a los docentes es que los 26 únicos alumnos que asisten a la institución son de bajos recursos y, en algunos casos, el desayuno y el almuerzo que reciben en la escuela es la única comida del día.
Por eso Ardiles se desespera y -como ella admite- se volvió una molestia para todos: vecinos, funcionarios de la comuna y del Ministerio de Educación. "El Ministerio siempre nos responde; la comuna también, pero no como debiera. La solución sería poner una persona que cuide todas las noches porque la escuela está muy solita", propone.
"Por eso hicimos esa bandera, porque ya no sabemos qué más hacer para que el Estado reaccione; el Estado nos tiene que proteger. En ese aspecto, sí nos sentimos solos", se queja.
El lunes, Ardiles volverá a acudir al mismo vecino de siempre para que cargue agua en bidones y se los lleve con un carro hasta la escuela. Será hasta que compren una nueva bomba y puedan volver a cocinar, lavar los platos y usar los baños con normalidad.
La directora no quiere finalizar la charla con LA GACETA antes de pedir también por otros niños de la zona. "Esta situación no es solamente de acá, sino de varias escuelas de Monteros; hay dos más que también fueron robadas y violentadas muchas veces", alerta. "Por favor, alguien se tiene que hacer cargo".